—Pero no puedo prescindir del mar, ni siquiera aquí —declaró—. Y como puedes ver, esta ciudad oculta celosa sus tesoros, mientras que en Venecia, las mismas fachadas de piedra de nuestros palacios se muestran sin recato y en todo su esplendor bajo el resplandor de la luna a Dios Todopoderoso.Fragmento de Armand El Vampiro.
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