lunes, 2 de julio de 2012

Sueño de D.

Hoy soñé, que llegaba a una extraña ciudad en tiempo futuro, muchos planos del piso al cielo, rodeado de jardines, y la luz del día siempre parecía atardecer.
Allí andaba del lado de Hinojos, y Daniel, dos pintores.
Visitábamos esa ciudad por motivos de trabajo de ambos, yo al parecer no tenia nada que ver pues primero andaba con Hinojos, y en esa ciudad nos encontrabamos con Daniel.
Llegamos en una clase de metro, o tren que viajaba por un puente encima de un inmenso rió acaudalado desde donde podíamos observar toda la ciudad.

Estábamos en una clase de mansión, con decoración entre vintage, y moderna, con mucho lujo. Lamparas, sillones antiguos, pinturas entre modernas y viejas, y con igual muchos desniveles en la casa.
Allí, como nos encontramos, Daniel por fin me dirigió la palabra de nuevo, y me emocione muchísimo, solamente que lo hizo para exigirme porque había estado con Hinojos, a mi me sorprendió muchísimo que lo descubriera, el me contó que el mismo Hinojos se lo había contado.
Por fin, me abrí, y no le mentí, le conté que si, que había estado con el, pero en corto periodo, y había sido algo rápido. El estaba sorprendido, enfadado y algo indignado.
Al final, aunque no concluimos nada, tuvimos que marcharnos, puesto que al parecer, según recuerdo, nos avisaron que teníamos que huir de algo, unas personas.

Hinojos se quedo solo en la mansión, hablando con esas personas, disuadiendolas de algo. Mientras que Daniel y yo para mi sorpresa huíamos de la casona, dejando atrás a los sirvientes. Entrabamos a pasillos, y nos ocultábamos en rincones, mientras el otro divisaba que no viniera gente.
Eso me hizo sentir muy unida a Daniel.

Recuerdo que en esas habitaciones había libreros con muchos libros, libros que yo conocía, que aun si los trato de recordar, siento que realmente existen. No recuerdo, pero siento que yo estaba ahí porque tenia la capacidad de defender a Daniel de las personas que nos perseguían, o nos buscaban. Peleando con ellos.

Terminamos saliendo, y llegamos hasta el exterior, una zona muy alta de la ciudad, que parecía un mirador, donde podíamos apreciar el resto de la ciudad, adornada con tantas plantas que caían por los precipicios, y viendo el cielo anaranjado purpura, y muchas nubes desvanecidas.
Ahí estábamos Daniel y yo, solos, y  recuerdo si seguimos charlando, pero ya no sentía ese desasosiego por que me odiaba, ahora el ambiente era menos denso.

Y ya. Es todo lo que logre capturar del sueño.


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